Eduardo Chillida, el espacio de las cosas
Eduardo Chillida (San Sebastian / Donostia, Euskadi, España) 1924-2002 es considerado como uno de los escultores más importantes del siglo XX siendo equiparado a Henry Moore o Arthur Calder.
Antes de adentrarse en la escultura fue arquero de la Real Sociedad de futbol, retirándose por una lesión. Inició estudios de arquitectura, pero en seguida vio que la escultura era su mundo. Estudió en París pero decidió volver a su Donostia natal, pues necesitaba la conexión con su tierra. Humanista por definición, reivindicaba el hermanamiento de la humanidad y el respeto a la diversidad. Su trabajo destaca tanto por llevar los materiales con los que trabaja hasta el límite de sus características, como por poner el espacio en el centro de su interés, transformando la propia idea de escultura.
La obra de Chillida gravita entre la levedad de Calder y la contundencia de Moore: esculturas que rompen con la tradicional pesantez, creando un mundo de formas ágiles y móviles, versus unos volúmenes orgánicos, contundentes, pero a la vez llenos de sensualidad.
Su producción escultórica, monumental y de gran contundencia, contrasta con la delicadeza de sus trabajos sobre papel que, a pesar de su aparente ligereza, las manchas y hendidos que realiza en ellas, nos remiten a la contundencia con la que trabaja sus esculturas. Chillida crea una escultura que se desentiende del volumen para dialogar con el espacio: el vacío como él afirma.
“En el proceso de mi trabajo, se da siempre un diálogo entre los dos, entre lo lleno y lo vacío. Están los dos actuando en todas las obras.
He llegado a pensar en algunas ocasiones que el diálogo entre lo lleno y el vacío es un diálogo entre dos cosas, la materia y el vacío, muy similares y que lo único que la diferencia es la velocidad. Quizá la diferencia no es solo de peso, sino también de velocidad. La matera sería un espacio muy lento o el espacio una materia muy rápida”1
Las formas, a veces pesadas, otras ligeras de los materiales empleados en sus esculturas o las manchas negras o formas hendidas en el papel, conforman las líneas -escultóricas, o gráficas-que en su obra hacen emerger el vacío. Son la materialización de este diálogo del que nos habla.
En las obras de Chillida el espacio se escapa. Desborda la materialidad de la obra para evidenciar el espacio que hay en ella. Un espacio que no está limitado por la materialidad de la obra, sino por como esta se relaciona con el lugar donde se ubica. Las formas son el límite que el escultor pone para hacer evidenciar este espacio que aun que está sin su intervención no percibiríamos.
Todo ello acerca a Chillida a un sentimiento existencialista que puede parecer que entra en contradicción con su religiosidad. Por un lado, nos invita a percibir la existencia de algo. Por otro, estos espacios que nos revela son espacios no tangibles. Espacios que buscan la relación del hombre con su espíritu. Sus intervenciones subrayan la pequeñez de la condición humana delante la inmensidad del universo.
Raimon Ramis, Curador
Fechas: | 19 de marzo 2024 a 31 de mayo 2024. |
Horario: | Lunes a Jueves 10:00 a 14:00 hrs. y 15:00 a 18:00 hrs.; Viernes 10:00 a 14:00 y 15:00 a 17:00 hrs. Sábado 10 a 14 hrs. |
Lugar: | Galería de Arte, Centro Extensión Alameda. |
Entrada: | Liberada |
Convenios: | - |