Espíritu y materia del color

Espíritu y materia del color

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Espíritu y materia del color en el arte virreinal surandino

 

Celebramos hoy la inauguración de nuestra décimo quinta exposición en la Sala Joaquín Gandarillas y la décimosexta, contando la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes. ¡Y celebramos con color! como toda buena celebración.

El color es alegría, es vida y visión. Es también un enigma que desde los filósofos griegos ha desafiado el pensamiento humano, al punto de que Platón lo conceptuaba tan inexplicable que sólo la inteligencia divina podía descifrarlo en su totalidad. Es el privilegio de la vista en el ser humano, que se expresa en la variada tonalidad de las artes visuales desde la antigüedad más remota, donde el hombre busca capturar los tintes naturales para cubrirse, ornamentar y representar.

El arte virreinal del surandino, especialmente la pintura y la escultura, no son la excepción. Así veremos cómo se despliega en la sala una rica gama de colores donde predominan los rojos, azules, amarillos, verdes y dorados. En su materialidad, cada color era objeto de un proceso artesanal y personal depositario de una milenaria tradición de saberes no sólo estéticos, sino alquímicos, físicos, geográficos e incluso económicos. Los artistas debían conocer los componentes de cada pigmento, su comportamiento frente a los agentes del medio, las mezclas, los procesos de conservación, la ubicación de materiales naturales o la elaboración de artificiales e incluso sus precios.


La espiritualidad del color, por otra parte, se relacionaba estrechamente con su simbología cristiana, enraizada a su vez en la Antigüedad
y en la Edad Media. Cada color tenía un significado positivo y otro negativo, por lo que podía representar una virtud, pero en ciertos contextos y asociaciones con otros colores, un vicio. Por ejemplo, el rojo era el amor de Dios, su sangre derramada para redimir a los hombres, la caridad cristiana, pero a la vez el rojo oscuro, cercano o mezclado al negro, podía referir al infierno y al poder del mal. Con ello es posible inferir el alto potencial educativo que tenía el color del arte surandino. Con su alta energía comunicacional, el color en aquella época –en que sólo una parte minoritaria de la población sabía leer yescribir– permitía tener una imagen de Dios, Cristo o la Virgen María, reconocer a sus santos favoritos y elegir cuando se trataba de clientes, qué particularidades quería usar en la representación cromática de sus devociones preferidas. Es probable que la percepción que ellos tuvieron del color, sea muy diferente a la que tenemos actualmente.

Hoy a la distancia de los siglos, gracias a la pericia técnica de los artistas de esa época, podemos observar esos mismos colores, mágicamente conservados hasta ahora; aunque quizá ya no nos hablen con la elocuencia visual con que a ellos les hablaron en ese mundo donde la luz era la emanación de Dios, su más preciado símbolo que los hacía participar no sólo del don de la visión sino del don de la vida.

Ignacio Sánchez Díaz

Rector

INSCRIPCIONES A VISITAS GUIADAS: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Fechas: 6 de septiembre 2022 al 27 de enero 2023.
Horario: Lunes a viernes, 10 a 18 hrs.
Lugar: Sala Joaquín Gandarillas.
Entrada: Liberada.
Convenios: -
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