Flores sagradas en la pintura virreinal

Joaquín Gandarillas infante

Flores sagradas en la pintura virreinal

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A través de esta selección de valiosas obras con motivos de flores y frutas, la décima muestra de la Colección Gandarillas se propone rescatar la milenaria simbología que enlaza el mundo vegetal y la sacralidad, transformada en la pintura surandina por el proceso cultural del mestizaje. Asimismo, efectúa el reconocimiento de las especies representadas, de sus características y terapéutica.

Se ha buscado, por tanto, la interdisciplinaridad, el acercamiento entre arte y ciencia; botánica y simbología; y se apunta también a visualizar el contacto entre el mundo precolombino -donde las flores y frutos tienen especial significado y uso- y el periodo virreinal, que adapta el legado de los artistas europeos, en particular de la pintura flamenca. Por ello se ha invitado a participar a la botánica, doctora Gloria Montenegro, profesora de la Facultad de Ciencias Agrarias de esta Casa de Estudios y al taxónomo Miguel Gómez, de la misma Facultad; así como a la licenciada y master en Estética, Daniela Cross, conservadora del Museo de Arte Precolombino, que estudia el mundo vegetal en las culturas originarias de la región.

Múltiples significados han tejido el simbolismo universal en torno a las flores, al relacionarlas a nociones naturales y estéticas, a rasgos psicológicos, virtudes y defectos.

Con el cristianismo confieren dignidad o enaltecen a una persona si se asocian a los valores perdurables con que el creyente, al explicitar su común origen divino, resguarda y santifica el mundo natural. La naturaleza se considera bella y perfecta por ser obra de Dios, y se afirma que Dios es el mayor artista y que, por tanto, las flores son más bellas que las obras de arte.

Ya en el siglo VII, un pequeño tratado, De Corona Virginis, atribuido al obispo Ildefonso de Toledo, analiza en España, bajo el prisma cristiano, un conjunto de plantas imaginándolas como ornamento de la Virgen María. Las flores son definidas allí tanto en su sentido alegórico como simbólico, por su color y por las propiedades terapéuticas que se conocían de ellas, entre las que se mencionan la rosa, el lirio, el azafrán, la violeta, la caléndula y la manzanilla.

En paralelo, el dibujo sobre flores y plantas en los libros miniados de los beatos medievales, inspirados en obras de la antigüedad clásica como Materia Médica de Dioscórides, autor griego del siglo I DC, instruían sobre las propiedades medicinales de plantas, flores y frutos, altamente apreciados en la época. De este modo, la simbología vegetal en el mundo cristiano nunca se disoció de sus usos terapéuticos, sanadores y purificantes, lo que permitía a la Iglesia tender un puente entre la iconografía religiosa y el ámbito de lo cotidiano. Los denominados “herbarios” y “florilegios medicinales” del medioevo se multiplicaron desde la Alta a la Baja Edad Media en copias manuscritas, ilustradas, y desde la segunda mitad del siglo XV, a partir de la invención y difusión de la imprenta, en versiones impresas. Hasta el siglo XVIII eran de gran importancia para la salud de la población, ya que una buena parte de la farmacopea de la época era de origen natural y particularmente vegetal. Las ilustraciones botánicas se desarrollaron en paralelo a la pintura, a la que contribuían a informar y precisar. En América y especialmente en el Sur andino circularon ampliamente estas obras botánico-médicas, y los médicos y farmacéuticos de la época agregaron a las propiedades y virtudes curativas de las plantas europeas aclimatadas en estos territorios, las de las plantas americanas tropicales y de las zonas templadas, sus flores y frutos, semillas, hojas, tallos y bulbos, que abrieron una rica gama de posibilidades de uso y sanación en tisanas, compresas, friegas, gotas y hasta baños. Las propiedades terapéuticas de las flores, en la historia de la humanidad, como odorizantes, desinfectantes, antinflamatorias, antibacterianas, calmantes o sedantes, han llegado hasta hoy cuando se vuelven a valorar los “tratamientos naturales”.  

La devoción y la belleza, la simbología y la terapéutica se unen pues en estas pinturas que hoy ofrecemos con satisfacción y alegría, esperando contribuir a través del magnífico patrimonio de la Colección Gandarillas a develar nuevas facetas de nuestro arte y de nuestra cultura donde se encuentran y convergen el conocimiento y los valores de lo universal y lo regional.

Ignacio Sánchez Díaz

Rector

Fechas: 13 de septiembre 2018 al 26 de enero 2019.
Horario: Lunes a viernes 10 a 20 h. Sábado 11 a 19 h.
Lugar: Sala Colección Joaquín Gandarillas Infante.
Entrada: Entrada liberada.
Convenios: ..
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Catálogo de la muestra