Artistas: Alejandra Prieto, Constanza Valderrama, Diego Silva, Luis Prato, Rocío Guerrero, Soledad Pinto
Curaduría: Patricia Herrera
Nodo es un proyecto de exposición que espera reunir a ex estudiantes de la Escuela de Arte UC bajo la curaduría de un/a artista académico/a de la misma Escuela, que en cada versión propondrá un eje temático que permita establecer cruces entre las obras de egresadas y egresados de diferentes generaciones.
Jiwasa es una palabra aymara que significa “nosotros”, la que se aplica a la totalidad del ser humano como ejecutor, pero un ejecutor que lo es gracias al animal, la planta, la piedra o la arcilla que son otros seres vivos, otros sujetos. A partir de este concepto esta propuesta curatorial se centra en la idea de que en el artista ha existido muchas veces la tendencia a relacionarse con sus materiales y obras de forma diferente a la que propone el racionalismo científico, en la cual sería posible reconocer un “diálogo” más que la imposición de uno sobre otro.
Este sábado 17 de agosto a las 12:00 tendremos "Encuentro con el artista" una instancia en la que podrás compartir con el destacado pintor Claudio di Girolamo y conversar sobre su trabajo, sus experiencias de vida y su última exposición. Entrada Liberada, por orden de llegada.
Claudio di Girolamo Carlini nace en Roma, Italia, el 31 de octubre de 1929. Allí estudia pintura y arquitectura, especializándose en Escenografía en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Roma. En 1948 llega a Chile junto a sus padres Giulio y Elvira, y sus hermanos Paolo y Vittorio.
Desde entonces desarrolla su actividad artística casi de forma paralela en los campos de las artes visuales (especialmente en la pintura y muralismo en el ámbito religioso), el teatro (como escenógrafo, director y coguionista), la televisión (director de Canal 13, autor, director y conductor de programas), cine (documental y largometraje), educación y cultura (docencia, director y asesor de cultura del Ministerio de Educación), recibiendo numerosos premios y reconocimientos a su incansable labor en la difusión de la cultura.
Pero hay una constante que cruza todo su trabajo. Claudio di Girolamo tiene una compulsión… no puede parar de dibujar. Raya, traza, curva en cuanto papel, servilleta y cuaderno tenga a mano, en los más diversos lugares, desde restaurantes a los aviones. Es entonces cuando aparecen las texturas, los rostros, las mujeres, los pájaros, las escenas, los personajes que cuentan algo. Es su manera de dejarse llevar en el aparecer de las líneas que surgen de la mano que, manipulando el lápiz, genera historias y personajes, caras, ojos, expresiones… mientras surgen y se ordenan las ideas, los encargos, los proyectos. Por otro lado, Claudio di Girolamo es un gran constructor de escenas, y cómo no, si el teatro corre por sus venas. En el acto de la pintura como narración, como situación, siempre los personajes se apoyan en una suerte de fondo estructurado, de escenografía, en cuanto elementos que completan y sostienen la composición.
Esta exposición, titulada por él mismo bajo el nombre de FRAGMENTARIO, quiere dar cuenta brevemente de tres aspectos más desconocidos de su quehacer: la maquetación rigurosa, la búsqueda a través del dibujo y la pintura fuera del ámbito religioso.
INSCRIPCIÓN VISITAS GUIADAS: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Eduardo Chillida, el espacio de las cosas
Eduardo Chillida (San Sebastian / Donostia, Euskadi, España) 1924-2002 es considerado como uno de los escultores más importantes del siglo XX siendo equiparado a Henry Moore o Arthur Calder.
Antes de adentrarse en la escultura fue arquero de la Real Sociedad de futbol, retirándose por una lesión. Inició estudios de arquitectura, pero en seguida vio que la escultura era su mundo. Estudió en París pero decidió volver a su Donostia natal, pues necesitaba la conexión con su tierra. Humanista por definición, reivindicaba el hermanamiento de la humanidad y el respeto a la diversidad. Su trabajo destaca tanto por llevar los materiales con los que trabaja hasta el límite de sus características, como por poner el espacio en el centro de su interés, transformando la propia idea de escultura.
La obra de Chillida gravita entre la levedad de Calder y la contundencia de Moore: esculturas que rompen con la tradicional pesantez, creando un mundo de formas ágiles y móviles, versus unos volúmenes orgánicos, contundentes, pero a la vez llenos de sensualidad.
Su producción escultórica, monumental y de gran contundencia, contrasta con la delicadeza de sus trabajos sobre papel que, a pesar de su aparente ligereza, las manchas y hendidos que realiza en ellas, nos remiten a la contundencia con la que trabaja sus esculturas. Chillida crea una escultura que se desentiende del volumen para dialogar con el espacio: el vacío como él afirma.
“En el proceso de mi trabajo, se da siempre un diálogo entre los dos, entre lo lleno y lo vacío. Están los dos actuando en todas las obras.
He llegado a pensar en algunas ocasiones que el diálogo entre lo lleno y el vacío es un diálogo entre dos cosas, la materia y el vacío, muy similares y que lo único que la diferencia es la velocidad. Quizá la diferencia no es solo de peso, sino también de velocidad. La matera sería un espacio muy lento o el espacio una materia muy rápida”1
Las formas, a veces pesadas, otras ligeras de los materiales empleados en sus esculturas o las manchas negras o formas hendidas en el papel, conforman las líneas -escultóricas, o gráficas-que en su obra hacen emerger el vacío. Son la materialización de este diálogo del que nos habla.
En las obras de Chillida el espacio se escapa. Desborda la materialidad de la obra para evidenciar el espacio que hay en ella. Un espacio que no está limitado por la materialidad de la obra, sino por como esta se relaciona con el lugar donde se ubica. Las formas son el límite que el escultor pone para hacer evidenciar este espacio que aun que está sin su intervención no percibiríamos.
Todo ello acerca a Chillida a un sentimiento existencialista que puede parecer que entra en contradicción con su religiosidad. Por un lado, nos invita a percibir la existencia de algo. Por otro, estos espacios que nos revela son espacios no tangibles. Espacios que buscan la relación del hombre con su espíritu. Sus intervenciones subrayan la pequeñez de la condición humana delante la inmensidad del universo.
Raimon Ramis, Curador