Fotografías de Cecilia Avendaño, Antonia Cruz, Camila Pino Gay, Margarita Dittborn y Catalina González.
"Miró, se fue y volvió"
Paule Thevenin siempre decía que para Artaud la experiencia de observar era una forma de escritura; en sus últimos años podía estar horas frente a su ventana mirando la calle, inclusive dormitando y cuando alguien le preguntaba que era lo que había estado haciendo, él respondía escribiendo. Para Artaud la experiencia misma de la mirada no era solamente un ejercicio estético sino que era una especie de construcción, un texto que debía ser escrito. Mirar, al igual que escribir, es exponer, cortar, ordenar, intentar desde la disolución a la que cada una de las imágenes se ve expuesta, generar la armonía.. Mirar siempre será un arrebato, una movilidad, un llamamiento del mundo a ser reconocido, quizás algo que necesita ser contado.
Decir que Miró, se fue y volvió es una suerte de pregunta sobre el paisaje. ¿Será acaso que todo en nuestra mirada no es otra cosa que paisaje? Esta serie de obras de Cecilia Avendaño, Antonia Cruz, Margarita Dittborn, Catalina González y Camila Pino Gay, interactúan desde la perspectiva de intentar devolver al espectador, aunque sea un poco, la potencia de su mirada, su capacidad de generar una propia narrativa frente a un paisaje en continua construcción. Ya que la serie de montajes no intentan en si dar un significado o referir a un lugar en particular sino que dejan al espectador en una proximidad casi fantasmática, son un abandono a la idea misma de “lugar”. Al enfrentarnos a estas fotografías la mirada inicial se ve sobrepasada, evoca otros mundos, pierde los referentes, el camino seguro como Hansel y Gretel buscando en la oscuridad del bosque las migajas de pan que ellos mismos dejaron caer para poder volver a casa. ¿Acaso nosotros también cuando miramos repetimos continuamente ese mismo gesto de búsqueda?. Hay algo perturbador en ese tipo de contemplación, algo que siempre deja un rastro, un signo de pregunta. Imágenes provenientes de fotografías familiares, del facebook, ovnis, dulces con forma humana, bolsas de basura, la espalda de un espectador que en si ya es parte del paisaje… este es el sentido del montaje, mantener viva la tensión de un viaje o de una pérdida que no tiene otro objetivo más que los contrastes natos entre mirada y sentido.. No se trata entonces de distraer con la disposición de las imágenes sino de poner la propia mirada en juego y apostar las formas del mundo sobre sus diversas apariciones y combinaciones.
Paule Thevenin recuerda un ramo de flores que Artaud le regaló después de volver de su estadía en el hospital. Artaud había dispuesto en el ramo diferentes tipos de flores (rosas, claveles, dalias, margaritas y hojas de helecho). Según Thevenin nunca había recibido un ramo tan extraño y que al mismo tiempo planteara tantas preguntas y dijera tantas cosas; cada flor representaba una conciencia, un mundo propio. Miró, se fue y volvió nos plantea tantas preguntas como ese ramo.
Víctor López.
Esculturas, grabados y bocetos de esta destacada escultora nacional.
Con el objetivo de dar a conocer los caminos que recorre una obra antes de ser materializada la exposición “Procesos” mostrará algunas maquetas previas a las esculturas en exhibición en materiales como yeso o plumavit más algunas obras definitivas en piedra, madera policromada y bronce; doce litografías de temática abstracta que después se transformaron en esculturas. Adicionalmente se exhibirá en la sala un video con antiguas filmaciones de la artista en pleno trabajo en canteras y en su taller.
Marta Colvin, recibió el Premio Nacional de Arte en 1970 y se caracteriza porque rompió por completo la noción de bloque único y cerrado. “Realizaba más bien una reposición del constructivismo, pero en piedra. Mediante pivotes de acero, unía los bloques individualmente desbastados. Cada una de las piezas estaba perfectamente encajada a la manera de las construcciones de Machu Picchu. DE 1962 en adelante, Colvin comenzó sus innovaciones en el trabajo de la piedra: cortar, separar, trozar, encajar, para luego recomponer y construir un nuevo roden que se imponía desde una metodología constructivista rigurosa”, señala Gaspar Galaz.
Perteneciente a la Generación del ´40, integrada también por Lily Garafulic, Colvin desarrolló una importante labor docente en la Universidad de Chile, formando alumnos como Juan Egenau, Sergio Castillo y Raúl Valdivieso. En su viaje por América, estudió las culturas pre- hispánicas y absorbió las formas esenciales de las antiguas obras, alcanzando el sello que la caracterizaría: la reunión de varios bloques ensamblados entre sí, que levantan la obra en sentido vertical y la expanden en sentido horizontal, generando tensión.
Dibujos del destacado artista nacional Ernesto Barreda.
La exposición resume un recorrido cronológico que abarca 60 años de trayectoria, desde la década del 50 hasta la actualidad. Las obras fueron realizadas en diversas partes del mundo y su elemento aglutinador ha sido el empleo del lápiz grafito sobre hojas de croquera de pequeño formato. Esta espontaneidad del croquis es un elemento indispensable ante la consecución de una obra pictórica, donde la rigurosidad de la formación de arquitecto del artista ha sido clave. El tema recurrente son paisajes más bien oníricos, con presencia de arquitecturas y figuras humanas que las habitan de un particular modo.
Chileno, nace en París en 1927. Cursa sus estudios en Santiago de Chile. En 1952, se gradúa como Arquitecto en la Universidad Católica de Chile. Pintor, escultor. Ha realizado más de 50 exposiciones individuales. Vive en España en los años 70. Viaja con frecuencia. Es miembro de número de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile siendo su Presidente por un período y ha sido miembro del Consejo Superior de la Universidad Diego Portales. Es elegido Presidente del Jurado del Premio de Artes 2008 de la Ilustre Municipalidad de Santiago.
Exhibición de los mejores exámenes de grado de alumnos recién titulados de la Escuela de Arte UC.