Cine y Jazz

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    Cine y Jazz

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    El jazz y el cine son dos experiencias que crecieron y se desarrollaron casi en forma paralela, pero pesar de la amplia y fecunda vertiente que este género musical ha tenido en la evolución del audiovisual americano, ha tenido una presencia comparativamente reducida en relación con, por ejemplo, los espectáculos de Broadway. Su presencia comenzó a ser más relevante entrados los años sesenta, como sinónimo de contracultura y de inconformismo, en tanto su iconografía se asocia mejor a los barrios periféricos, a las clases medias ilustradas, a personales malditos y en latente conflicto con el medio.
    Este ciclo resume parte de la relación entre el cine y el jazz a partir de filmes biográficos y de cintas en donde la música sincopada funciona como barómetro cultural de una época.
     

    Fechas: 20 al 31 de julio de 2016
    Horario: Miércoles a domingo, 16, 19 y 21.30 hrs. Sábado, 19 y 21.30 hrs.
    Lugar: Sala de cine
    Entrada: $ 3.000
    Convenios: 2x1

     

    • El cantor de jazz, de Alan Crosland (1927, 88’)
      La necesidad de lucir el nuevo desarrollo técnico llevó a la Warner a situar la primera cinta con sonido sincronizado en el género musical, potenciando las posibilidades de música y voz. La frase inicial del filme, “Ustedes no han oído nada aún”, define la autoconciencia del sistema de Hollywood con las posibilidades del nuevo medio. Con muchos aspectos similares a la biografía de Al Jolson, El cantor de jazz impulsó el éxito en la carrera de su protagonista. Crosland, en tanto, no tiene menciones en la historia del cine aparte de esta película.
    • Ascensor para el cadalso, de Louis Malle (1958, 91’)
      Malle debutó en la ficción con este filme de inspiración noir en donde un funcionario asesina a su jefe para luego intentar escapar por una ventana. Después de un error imperdonable, termina encerrado en el ascensor del edificio durante la noche, período en el que reflexiona sobre la cadena de situaciones que lo llevaron al homicidio. La música del filme fue compuesta por Miles Davis y publicada un año antes de que el trompetista creara el mítico Kind of Blue. Davis creó la música en una sesión de improvisación durante su estada en París en 1957. El disco ganó un Grammy en 1960 a la Mejor interpretación de jazz.
    • Shadows, de John Cassavetes (1959, 81’)
      El entorno de los músicos de jazz y el registro de las callejuelas y tugurios de los barrios bohemios de Nueva York es el escenario en donde Cassavetes situó su debut en la dirección, un momento clave para la definición del cine independiente. Shadows es la historia de dos hermanos músicos, pero también es la observación de las tensiones internas y la claustrofobia creativa en el mundo de los clubes nocturnos.
    • New York, New York, de Martin Scorsese (1977, 155’)
      La devoción de Scorsese por el período clásico americano lo ha llevado a filmar películas como ésta, que es un homenaje a los musicales de la MGM. La historia es un clásico también en género y remite, entre otras fuentes, a Nace una estrella, de George Cukor. Robert de Niro es un saxofonista que al finalizar la Segunda Guerra Mundial comienza a ascender en las Big bands y conoce a Lisa Minnelli, una chica de voz privilegiada con ansias de progresar igual que él. A diferencia de los viejos musicales de Hollywood, la relación que se establece entre ambos es tensa y violenta, en parte por los desajustes emocionales de él, y la progresión del filme será de ascenso de ella y caída de él.
    • Whiplash, de Damien Chazelle (2014, 107’)
      La idea del talento como algo que se consigue con sudor y dolor está en el centro de este premiado largometraje sobre un muchacho que intenta convertirse en baterista de jazz y para quien el principal escollo será su propio maestro en la escuela de música. El filme es tenso y violento –desecha cualquier idea romántica sobre la creación artística–, y tiene su mejor dimensión en el duelo entre sus dos actores protagónicos.
    • Alrededor de la medianoche, de Bertrand Tavernier (1986, 133’)
      Dexter Gordon y Herbie Hancock (quien compuso la música original) están en el reparto de este drama de Bertrand Tavernier sobre la amistad entre un saxofonista alcohólico y un dibujante de cómics caído en desgracia. El escenario es París en los años 50 y Tavernier construye una historia que se centra en cómo la amistad entre ambos termina salvando sus carreras a partir de esa vieja idea de que para crear hay que tener al demonio en el cuerpo. El filme fue una coproducción con la Warner Bros. y entre los secundarios hay una aparición de Martin Scorsese.
    • El show debe seguir (All that Jazz), de Bob Fosse (1979, 123’)
      Premiada con la Palma de oro en el Festival de Cannes, es el último filme que Bob Fosse (Cabaret, Lenny) le dedicó al género musical. La cinta, con marcados tintes autobiográficos, narra el colapso de un autodestructivo coreógrafo que, luego de un infarto, recuerda su vida en su cama de hospital como un espectáculo musical. El filme tiene pasajes notables pero su número final es uno de los grandes momentos del género.
    • Bird, de Clint Eastwood (EE.UU., 1988, 161’)
      La valoración internacional del cine de Clint Eastwood cambió para siempre con su drama biográfico sobre la dolorosa vida del saxofonista Charlie Parker. Utilizando una estructura elíptica y un gran trabajo sonoro, el filme da cuenta del desplome personal del autodestructivo músico. Ha sido la mejor actuación para el gran intérprete que es Forrest Whitaker y una pieza de gran equilibrio entre la glorificación de su personaje y su dimensión humana.
    • Cotton Club, de Francis Ford Coppola (EE.UU.,1983, 127')
      Robert Evans impulsó la producción de este filme retro que utilizó el reencuentro entre Mario Puzo y Coppola para retornar a los tiempos de El padrino. Pero Cotton Club fue bastante más que la sombra de El padrino que pretendió encender Evans, fue un musical admirable y un registro coral y trágico sobre las personas ficticias y reales, que rodearon al célebre club nocturno de Harlem.